Por sistema el sistema
—a poco que bajemos
la guardia los rebaños—
se torna inquisitivo,
y toda presunción
de inocencia termina
pegada y consumida
en la sartén de aquellos
—los lobos para el hombre
que refiriese Plauto—
que la tienen asida
a muerte por el mango.
El sistema es el cocinero y nosotros la tortilla que se pega a la sarten de los recortes
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