Después de cuánto tiempo
de dejarla, a pesar
del invierno, entreabierta,
he cerrado la puerta.
(Es inútil la espera
una vez sepultados
los caminos precarios
por la nieve y las sombras)
Pero, por las rendijas,
sigue irrumpiendo aún, fúnebre,
la cellisca sin hálito
del recuerdo vacío.
Ningún recuerdo es vacío, aunque nos cause vacio
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