No ha mucho que los gerifaltes
vaticanos –esos respecto a los cuales España sigue siendo, para
desgracia de sus pueblos, reserva espiritual de Occidente–
despojaron al limbo de toda sustancia, degradándolo a la categoría
de fatua entelequia. No obstante, a aquellos que en este país nos
negamos a comulgar con el bárbaro ideario del nacionalcatolicismo devoto de Frascuelo y
de María, ellos, los rancios de la curia y el poder patriotero del
¡Arriba España en venta a saldo!, pretenden hoy condenarnos al
limbo civil. Paradojas de una aconfesionalidad burdamente impostada.
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