Los capos de la mafia actúan así.
Cuando alguien osa toserles, pueden, en ocasiones, hasta llegar a
mostrarse misericordiosos y sólo decapitar al caballo del acatarrado
para depositarlo posteriormente a los pies de su cama mientras
duerme. Pero ¡ay! del reincidente, porque a este le curan el
constipado para siempre. Por el contrario, si el que tose es uno de
los suyos, contaminándolo todo, le regalan una buena yegua y, cuando
las circunstancias lo requieren, una caja de comprimidos de menta.
Pero de esos no más que con efecto placebo, que a la mafia le
interesa que los suyos puedan seguir tosiendo.
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