En sus ojos fulgía una promesa.
Todo era abismo y sombra y noche y nada,
pero sus ojos eran
piedra filosofal, llama y milagro,
Big Bang y aliento primigenio,
un útero sin límites
albergando embriones de luciérnagas
y el brillo seminal de la Vía Láctea.
Pero yo carecía del don de la videncia,
y ahora estoy soñando que el cielo es una Estrella
y ansío no despertar:
todo es abismo y sombra y noche y nada,
un agujero negro
engullendo la arcilla en sus orígenes.
Tu eres de los que crees en millones de arcillas (personas humanas) en planetas propicios (con agua) separados por millones de kilómetros luz, sin dios tutelar que se tercie
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