jueves, 13 de marzo de 2014

Teogonía


Todo lo bello, toda
la belleza del cosmos
–ese vuelo inestable
de la sangre triunfando
frente a un cielo empedrado
con fragores de olvido–
cabría en un segundo
o en un grano de arena
si no existiese el tiempo
y no fuese el espacio
del alma un territorio
cautivo de la idea
de dioses protectores.
Pero hace tiempo –el tiempo
que media entre el ahora
y la cópula anómala
entre el sol y las aras–
hipócritas y avaros
chamanes derramaron
sobre la piel sin límites
del cielomar el semen
amarillo y estéril
de la bestia, engendrando
violentos leviatanes,
que al nacer devoraron
la luz de las mareas,
dejando en su lugar
horizontes de abrojos
y custodios mecánicos.
Y dios se hizo la sombra,
relegando lo bello
a ser solo un residuo
inerte sepultado
por la orina y las heces
minerales del miedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario