domingo, 16 de febrero de 2014

Poema de amor

A voces te miraba.
Pero tú estabas
sorda
y eras un sol quemando
mis córneas con las llamas del silencio.
Y tanto fue a la fuente
el cántaro –perdón,
creo que esto corresponde a otro poema.
Quiero decir que ardieron
y apenas ya me quedan, en las cuencas
oculares, cenizas.
Y así comprenderás que es complicado
colocar las palabras en el sitio
que deben ocupar
en el rompecabezas tenebroso
del poema. Lo cierto
es que ya no me queda ni un susurro, ni un hilo
de voz en las pupilas.
Precisamente ahora
que has comprado un jodido sonotone.

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