A ellos, los portadores
del virus del desprecio
y de la hipocresía;
a ellos que, en las cloacas,
roen, plenos de codicia,
la chispa de la vida,
habría que prescribirles
un comprimido al día
de paracetAMOR.
Con suerte, sus sistemas
inmunologicós
-si hay que portar cadenas
que sean las de la métrica-
rechazan los principios
activos de la píldora,
y revientan, como una
botella de refresco
de cola, dibujando
una sonrisa roja
en el semblante pávido
de los gordos, los flacos,
los primeros, los últimos,
los payasos, los náufragos
y, tras un largo etcétera,
de los que, aunque no callan
y han visto rotulado
su nombre en una lata,
se hallan amenazados,
lo mismo que un envase
de usar y de tirar,
de ir a dar con sus huesos
en el estercolero
sin retorno del paro.
Van a ahogar la chispa de la vida de los miles de desempleados que dejaran en Spain. Deberían ser más auténticos en sus anuncios. OK
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