No arengo con la voz del arte,
esa luz que hace cuánto
encendió un alarido
y husmea desde entonces con porfía
un no sé qué remoto que no existe.
Mi lenguaje es más tosco,
lamento primigenio del que arriba
a la luz escupido por el útero
infecundo del caos
y comprende de súbito el horror de las sombras.
Ilustración: Fernando Ureña Rib
nihilismo resacoso post fin de año
ResponderEliminarEs hermoso!
ResponderEliminar(…un no sé qué remoto que no existe)
Me encanta.
Besos Rafa