Igual que un velocista
dopado hasta las heces,
estallan en la noche
los fuegos de artificio.
Cuánta belleza -exclama
un hatajo de cortos
de espíritu al unísono,
para bajar la vista
cuando cesa el estruendo,
sin alma para ver
la esforzada carrera
de fondo que, sin hálito,
disputa en lo vacío
la luz de las estrellas.
Me encantó.
ResponderEliminarY ahí están todos los mentecatos mirando al cielo, con el ego inflado, el disfrute que luego pagarán con la tarjeta de crédito en doce cuotas. Odio estas cosas, en especial por mi gato que entra en pánico.
Besos Rafa
Cortos de espíritu y largos de bolsillo...
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