a su alegría da rienda
suelta. Y soltando prenda,
hablando hasta por los codos,
explicaba en la trastienda
reuniéndolos a todos
haber dado con el modo
de poder pagar a Hacienda,
y de buen cubero a ojo,
tres plazos de la vivienda,
el alquiler de la tienda,
el iáe, el toldo rojo,
su paga a la dependienta,
desayunos y meriendas
que les fía el bar Manolo,
sin olvidarse tampoco
de los proveedores todos
ni, aunque sea una jodienda,
del IVA de aquel periodo.
“¡Y lo ha conseguido el menda!”.
Y va entonces y les cuenta
ya lanzao como una moto
la buena nueva estupenda
que la mala racha han roto,
que ya salen de la mierda.
“¿Es que hicimos una venta?,
¿Nos tocó la bonoloto?”
Acallando el alboroto
el gerente que se encuentra
en estado de alborozo
con orgullo les da cuenta
que aunque alguno se sorprenda
a sacarlos va del pozo
lo que creía leyenda
y ni por lo más remoto
tocaríamos nosotros:
“He obtenido una prebenda
que no consiguieron otros”
Y aunque nunca fue devoto
a San Pancracio una ofrenda
pensó hacerle y un ex voto
con un brazo o una pierna.
Y poniéndose su mérito:
“es un milagro quimérico,
es inaudito, algo inédito”
“¿Nos tocó el sorteo del oro?”
“¡¡¡Nos concedieron el crédito!!!,
La verdad decía Montoro”
Al día siguiente todos,
el conseguidor del éxito,
el gerente con su séquito
que ya no lo deja solo,
a las ocho y media en punto
se encontraban todos juntos
del banco en la misma puerta
por resolver el asunto.
Y a la puerta una reyerta,
preferentes que protestan
por el timo ese presunto
de sacarles la cartera
y llevárselo difunto.
Ellos son el contrapunto,
la otra faz de la moneda,
los más felices del mundo,
rescatados de la quiebra.
Y pasando del tumulto
en la sucursal desierta
a una ventanilla abierta
se dirigen con su asunto.
“Hola, buenas” “Buenos días”
“Pues verá, que yo venía
al interventor adjunto
preguntar si ya podría
disponer en su conjunto
del monto que concedían
en carta que recibía
de ustedes anoche justo”
”Un momento, que pregunto”
“Cómo no, con mucho gusto”
Mas no todas las tenía
él consigo todavía.
Una sospecha sombría,
un pesimista barrunto
hasta el pecho le subía
porque ve que tarda mucho
con la carta que traía
con el crédito el indulto
de Hernández y Compañía.
Y pone cara de estulto
cuando el otro que volvía
la carta le devolvía
y confirmándole el susto
va y le entrega una alcancía.
“¿Un cerdito de Jabugo?”
“Sí señor. Lo que pedían”
“Hay aquí un error de bulto”
“Un momento que consulto…
No, de mecanografía”
Porque, amigos, no hay tu tía
ni firma en la notaría,
y se llevan un disgusto
cuando ven cómo García
a conciencia la ha cagado
pues dos letras ha bailado
cuando redactó el escrito.
Porque la “erre” en el teclado
estando a la “e” juntito
escribir le hizo “CERDITO”
cuando en “CRÉDITO” ha pensado.
Y aunque ahora sea delito
en España se ha ciscado
y hasta en el copón sagrado
y San Pancracio bendito
y la hucha de cerdito.
Todo ya le importa un pito.
Y ya puesto unen sus gritos
a los de los abuelitos
que afuera muelen a palos.
Banco puto más que malo.
Aunque existe un banco bueno,
que en vez de robar lo ajeno
insaciables como escualos,
alivian el sufrimiento
de los más desheredados.
Son los bancos de alimentos,
el oprobio de un Gobierno,
la vergüenza del Estado.
Texto e ilustración: Agustín Casado
Los boletines oficiales están cada vez más llenos e estas erratas informáticas, que a tantos nos aterran. Muy guay
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