Si algo guardo en mi haber son los recuerdos
de un sueño desangrándose en la aurora
sin haber conocido la vigilia.
En las noches de insomnio me alimento
lamiendo sus despojos coagulados.
No necesito más; al hombre
que nunca tuvo nada
le bastan las migajas enmohecidas
de una ilusión difunta para ir sobreviviendo
sin vida, como un zombi. Y sin embargo,
siempre que el mecanismo me reclama
cuando aún no ha amanecido
para seguir sumando
en mi debe pingajos de tiempo malgastado,
cómo anhelo, con qué
ansias, haber nacido Midas
para en un sueño indemne,
vigoroso,
alcanzar a tocarla.
La suma de ilusiones difuntas es la vida. Sólo la muerte es plena realidad.
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