miércoles, 9 de octubre de 2013

Terremotos (Agustín Casado)

Convidó aquesta vesprada
Bartomeu a esa joya
de la Montserrat, su noia,
a una rica calÇotada.
No quedó ni una en la olla,
hasta el fondo rebañada,
verdadera animalada
el atracón de cebollas
que de una sola una sentada
se zampó como si nada
hasta que la vio vacía.
Y su Montse le decía
que cualquier día estallaba
de pura glotonería,
que una digestión pesada
le podría arruinar el día
del día de la Diada.
Pero Barto ni la oía,
y comía el tragaldabas
con auténtica agonía.
En el mundo nada había,
salvo el Barsa y la estelada
que le dé más alegría
que una buena calÇotada.
Rematada la jornada
y de vuelta a la masía
Bartomeu recordaba
de Montse la profecía;
un retortijón venía,
un apretón le apretaba,
la panza ya le estallaba,
qué malito se sentía.
Cullons, quién le mandaría
abrir además el cava.
Por esta escatología
perdón pido, pero nada
como una buena cagada
a Barto le aliviaría
lo que cual volcán de Java
con encebollada lava
en las tripas le bullía.
El esfínter apretaba
porque Barto bien sabía
que si aquella grosería
ante Montse perpetraba
su pudorosa maría
de formas tan recatadas
se acogería a parada
biológica la tía
y de aquello, na’ de nada,
una noche de sequía
con lo que le apetecía
pasársela bien mojada.
Por no perderse la orgía
contuvo la flatulencia
reprimiendo aquella urgencia
que su cuerpo le pedía;
apretó bien a conciencia
de descompresión la vía
-hasta el pedo es una ciencia-
y trató con experiencia
de aliviar la algarabía
de gases que con urgencia
liberados ser pedían.
Poco a poco y con prudencia,
con sordina aliviaría
silenciosa la emergencia.
Mas decir fue vida mía
y estallar con tal violencia
tan horrísona estridencia
que liberó la energía
de las tracas de Valencia.
Bailaba la librería,
hasta el piso se movía,
cual se raja una sandía
miraban con impotencia
las paredes que se abrían.
Y además la pestilencia
a gas como consecuencia
quizás de la tubería
que no tuvo resistencia
pa’aguantar lo que venía.
Y Bartomeu no mojó,
gran e injusta vesania
porque fue justo aquel día
que él su pedo controló
que empezó la sinfonía
de seismos a go-gó
de Alcanar a Vinaroz.
Y dice la oficilía
que no es na’ lo del temblor
y allí se pasan el día
bailando la melodía
que Richter les escribió.
Y que es una tontería
lo del proyecto Castor.
¡Qué han de decir, por favor,
si ha tenido la osadía
don Mariano allá en Japón
con su verbo que da grima
de decir que Fukushima
fue una pompa de jabón!
Faltaba sólo que esgrima,
chapapote tontorrón,
que eso unos hilillos son
radiactivos y que, encima,
tampoco lo de Hiroshima
fue pa’armar tanto follón.
Qué bien lo contó la rima
del poeta Rafa León
que escribía socarrón
“En Japón ha declarado,
acerca de Fukushima,
Mariano Rajoy que estima
cualquier temor infundado.
¿Algún japonés, cascado
-me pregunto- por la aciaga
emisión que se propaga
radiactiva en el Pacífico,
lo habrá exhortado, beatífico,
a bañarse allí cual Fraga?”


Texto e ilustración: Agustín Casado

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