Amanecía a mediados de los sesenta. El padre Federico Sopeña hablaba por la radio sobre la vida ejemplar de los santos, uno cada día. Justo antes del noticiario. Preparaba con mi abuela el desayuno familiar: Ocho tazas y platos y un igual número de rebanadas…
Medio siglo más tarde amanece de la misma manera, pero todo es diferente. Insignes bioquímicos hablan por la radio del tratamiento con células madres para suspender tumores, reconstruir órganos deteriorados, etc. también justo antes del noticiario.
El sentido de la vida humana que trasmiten los medios de comunicación ya no es tanto cómo conseguir ser mejores personas, sino cómo lograr poseer las mejores células para evitar el dolor y la enfermedad y prolongar la existencia.
(¢) Carlos Parejo Delgado
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