Llueve en el ascensor y estoy bajando,
temblando de pavor –hace un calor
de todos los demonios–,
hacia las catacumbas. Siento el vértigo
metiéndose en mi estómago, y el canto
de una sirena –un súcubo–
me llama con dulzura
desde la superficie.
El centro de la tierra es un infierno.
Pero, arriba, el desierto, hielo y
sodio,
lleva tu nombre y sólo hay sed y
arena.
No ha habido un sólo día en que, en
el légamo
que anega el purgatorio,
no me haya preguntado por ti que eres
tan sólo
el sueño de una noche de verano
en mi invierno perpetuo.
Me encantó tu blog, espero volver a él y seguir leyéndote.
ResponderEliminarSaludos!
…el sueño de una noche de verano
ResponderEliminaren mi invierno perpetuo.
Qué bonito, es como si me quedara en ese final, como si fuera yo.
Un beso