Cuando las mafias del totalitarismo financiero decidan que
ya es tiempo de poner fin a lo que eufemística y fementidamente han dado en denominar crisis económica, y sus títeres políticos lo pregonen a bombo y platillo reclamando para sí las medallas al mérito democrático, la crisis social -con sus miserias, su brutal pérdida de derechos ciudadanos, su institucionalización del esclavismo- aún perdurará durante décadas, quién sabe si ya para siempre. Se habrá cerrado el círculo de la Gran Estafa, esa estrategia perversa e inhumana que perpetra el capital para, arruinando al pueblo, lejos ya de esa efímera ilusión de soñarse clase media, seguir acumulando beneficios.
Ni el marxista Nicos Poulantzas lo habría resumido mejor
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