Julio ya no es lo que era
por más que haga calor,
no se quepa en Benidorm,
y se rompa la sesera
saltando desde un balcón
esa basca mochilera
que encuentra en la borrachera
complemento al colocón.
Julio ya no es lo que era
aunque haya este follón
de atascos y retención
en todas las carreteras;
por más que tu bañador
sea cada año más hortera
y parezcas ya Mandela
a fuerza de bronceador.
Julio ya no es lo que era
aunque vuelvan de su arcón
Georgie Dann y su canción,
y torne por do soliera
ese arcano del ligón
de landismo macarrón
a la caza de extranjeras.
Julio no es lo que era, no,
aunque no falten palmeras,
y bajo la solanera
vuelta y vuelta asado al sol,
acabes con cagaleras
o con una insolación
-que hay que ver que no te enteras-
tras de darte un atracón
de marisco en salpicón,
la docenita de vieiras,
tu sandía y tu melón,
y de trasegarte entera
antes de la vomitera
tu sangría Don Simón.
Julio no es lo antes era
pese a Viajes Halcón
y esa su Maya Riviera,
y los polos de limón,
y el festival de habaneras,
y los chorros de sudor
y esa tu pasión viajera
y dejarte la cartera
en el beach club vacilón.
Julio ya no es lo que era
si no gana Contador.
Serpiente multicolor
que aquellos veranos diera
un motivo al español
pa’echar el verano fuera
sin acordarse siquiera
de ese fútbol de su amor.
Esos puertos de primera,
L’Alpe d’Huez y el Portillón,
los lunares del maillot
como bata rociera
del primer escalador,
geografía verdulera
que al monte le llaman col
Con Perico por bandera,
Bahamontes ya lo era,
Indurain Cid Campeador…
eso es historia señera;
ahora lo gana un tal Froome.
Demarrages, montoneras,
abanicos, la carrera
que transcurre en pelotón.
Todos éramos lumbreras
cuando la contra reloj.
Cuántas he ganado yo
entre esa soñarrera
de la siesta y su sopor
pa’que dos mozas guerreras
me besaran zalameras
en el podio ganador,
de amarillo me invistieran,
me entregaran el copón
y con dos besos me dieran
un peluche de león.
Y en vez de La Marsellesa
Champs Élysées brincó al son
del chunda-chunda que pesa
al catalán, pero ésa
es talmente otra cuestión.
Visité la Francia entera,
sus viñas y sus chateaux,
las Landas y el Languedoc
aunque sólamente fuera
mirando el televisor.
Mas todo eso se acabó,
que Julio no es lo que era
por culpa de la llorera
del gabacho perdedor
que visto que no hay manera
de que un francés vencedor
pasee la tricolor
al final de la carrera
se erigen en campeón
de buscar trampa y cartón
a la orina de cualquiera;
ya puede llamarse ArmstrÓng,
que lo mandan a galeras.
Y si acaso no pudieran
encontrarles el marrón
o la artimaña fullera
-Nadal y Roland Garros-,
a putearlo en el guiñol.
Pero eso es en primavera
y es en Julio cuando yo
no tengo de liga espera.
Y que nadie me dijera
que esta fiebre del control,
la manía puñetera
de buscar clombuterol
o de EPO una transfusión
en cualquier escupidera
es solamente por mor
de que la competición
de limpio les reluciera.
Explíquenme por favor,
expliquez-moi, petites cochons,
comment s’explique alors
la gloria imperecedera,
la grandeur, la admiración
que despiertan por doquiera
de la Galia adonde fueras
Astrerix y el tontorrón
de Obelix cuyas proezas,
y lo cuentan sin pudor,
son fruto del subidón
y la química destreza
con que el bardo adereza
esa mágica poción.
Si yo fuera Julio César
pediría revisión
y dos años de sanción
para esa gloria francesa.
Texto e ilustración: Agustín Casado
Si es verdad que sus mayores héroes de la antiguedad actuaban dopados, y que ahora como no ganan ellos, a coger a cualquier dopado para hacerlo desmerecer. Vaya retrato del veranito. Sólo te falta hablar del hombre del tiempo
ResponderEliminar