Como la mayoría
de cuentos y canciones infantiles,
también esta canción es para adultos.
Una canción de espanto en la que luego
de un lustro de sequía perpetrado
por los usurpadores de borrascas,
el asno enjuto y grave uncido al yugo
que lo ata la carreta conducida
por la gula y el látigo,
tropieza, cae de bruces, se abandona
a sed e indefensión en tanto engendros
con médula de buitre y bilis de hipopótamo
de radón y metano, sobrevuelan
sus restos moribundos,
esperando.
No habrá sido el Banco Central el que maneja ahora nuestro incierto tiempo meteorológico
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