“¡Yo soy español, español, español!”
Disculpen si, en mis versos,
hoy vuelvo a repetirme,
señalando a los perros
que en rabiosa jauría,
han devorado España.
Es sólo que Nadal,
ya bien de su rodilla,
ha derrotado a Federer,
y los escucho, hipócritas,
ladrando “¡ESPAÑA, ESPAÑA!”
Nadal triunfa de nuevo. Alegría ajena sublimada en propia. El españolito cada vez más pobre
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