Ayer comí fabada y todavía tengo la barriga como un jodido barco metanero. Y eso que di de cuerpo, cagué, excreté, cisqué, evacué, hice caca, con un esfuerzo amargo y sobrehumano, seis veces desde entonces. Qué hedor tan hosco, fétido y corrupto. Y no pude evitarlo, lo confieso: con cada mostrencá (vocablo que es sinónimo de boñiga por ciertos pagos de mi provincia gaznápira, rociera y, por supuesto, ultra recreativista –de todo esto, seguro, debe saber un güevo mi célebre paisana, Doña Fátima Báñez) pensaba en nuestro estulto y mendaz Presidente, Sr. Rajoy y todos sus... ministros.
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