viernes, 28 de diciembre de 2012

La grieta



I


La descubrí hace seis días, junto a los rosales, cuando estaba terminando de regar el jardín. En principio no le di importancia. Sus dimensiones serían de unos escasos cinco por veinte centímetros. Aunque daba la impresión de ser bastante profunda. No ha parado de crecer desde entonces. Lo hace siempre durante la noche. Ahora cuenta exactamente con 160 centímetros de anchura por aproximadamente 6 metros de largo. Ha engullido, sin dejar rastro alguno, los rosales y el sauce llorón. Su profundidad se me antoja incalculable. Esta mañana, arrojé una piedra en su interior y, tras tres horas de espera, no escuché el menor ruido que indicase que pudiese haber impactado contra el fondo. Puede que lo haya hecho sin que, debido a la distancia, las ondas sonoras hayan tenido la suficiente potencia para llegar hasta la superficie. En cualquier caso, no creo que conduzca al centro de la Tierra. Me inclino más a pensar que es una especie de puerta hacia otra dimensión.


II


Ha vuelto crecer. De ayer para hoy, ha doblado su tamaño. La cinta métrica ya no da para tanto, pero calculo que ya son más de 3 metros por algo menos de 13. De seguir así, en sólo un par de días, terminará por tragarse la casa entera. Ya lo ha hecho con la fuente y las adelfas; poco antes del alba. Mañana, a primera hora, estoy decidido a comprobar su profundidad, así como a dónde lleva. No siento miedo alguno. Aunque me preocupa no determinar bien el momento en el que habré de abrir el paracaídas. Si lo hago tarde, podría resultar fatal. Y si lo hago demasiado pronto, el trayecto se me podría hacer eterno. Eso, claro está, manejando la hipótesis de que no se trate de un abismo sin fondo.

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