Mi cántico es plegaria
ante el altar en ruinas
de un templo devastado
por una diosa ausente.
¿No escuchas como sangra
mi voz a borbotones
letales por el hueco
de mi pasión castrada?
No pido apenas nada,
ni piedad ni milagros.
Tan sólo que la lluvia
lave la costra opaca
que ciega las vidrieras
antes que se alce el alba.
Cómo duele tu cántico, ojalá sea escuchada tu plegaria.
ResponderEliminarUn beso, Rafa.