Alfonso finalizó sus estudios universitarios por los años setenta y obtuvo las oposiciones de Guardabosque del mayor alcornocal de la Península Ibérica. Y, al contrario de lo que publicitaba entonces la televisión: ¿Quién quema el bosque? ¡Cuidado con tus cerillas¡... descubrió un pequeño paraíso terrenal que sabía cuidarse de sí mismo. Un lugar donde los gobiernos limpiaban cada primavera la hojarasca y el matorral que pudiera hacer arder la vegetación en los días secos y calurosos del verano, y donde, por si acaso, se mantenían sus embalses naturales siempre llenos de agua; un lugar donde cien ojos vigilaban mimosamente que nada raro ocurriera en cada rincón: los del herborista, el colmenero, el leñador, el corchero…
Más de cuarenta años después, estos bosques, abandonados por los recortes de los presupuestos oficiales, habían dejado de limpiarse y hasta de habitarse, y ardían aquí y allá. Y Alfonso asistía indignado a las peroratas del nuevo ministro que repetían la falacia antaño publicitada en tiempos del ICONA franquista: la Guardia Civil no debía dejar cabo sin investigar; había que subir las penas de cárcel a los pirómanos; se debía avisar puntualmente a los hidroaviones… En vez de cuidarlo, el ministro convertía el incendio del bosque en un caso criminal, como si fuera una entidad bancaria en riesgo de ser atracada.
© Carlos Parejo Delgado.
Hace unos días estuve en la Pobleta..pedanía de Andilla,fui a trabajar ,no estoy demasiado lejos de allí y viví el humo del incendio que arrasó desde Andilla hasta casi la sierra Calderona tan cercana y querida para nosotros..la vista del bosque quemado,el olor a madera a tierra quemada..ceniza.Todo negro hasta donde la vista alcanza..es sobrecogedor.También estuve en otra pedanía de Cofrentes ...horrible,triste,dantesco.Pensé que los responsables de la politica de medio ambiente,deberían estar obligados a vivir n estas zonas para ver el paisaje todos los días.
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