Salvando el malecón
como si fuese un ágil
e inagotable atleta,
salta el mar sobre mí
y, arrancándome el aire,
las maletas, la ropa,
me deja huero, ahogado,
desamparado, atónito,
aterido, sin nada,
para, igual que llegó,
alejarse negándose
a llevarme en sus aguas.
(Junio de 2010, La Habana)
Fotografía: Sergio Abel Reyes Reinoso.
Qué hermosa imagen Rafa, y qué lejana!
ResponderEliminarY qué salitre,
Y qué angustia,
Y qué nada!
Leo los versos, se me oprime el pecho, y sí…¡Una pesadilla arrebatadora y poética!
Hoy es un día sin olas en los arrecifes, no han entrado los barcos a la había y La bodeguita del medio está cerrada porque no hay agua.
No sé, divago.
Te abrazo con ternura.
Te cuento? Yo vivía en la séptima ventana del edificio que está delante (más pequeño) a la derecha, las conté con el mouse y me vi, asomada mirando morir el atardecer entre las aguas. Es el edificio “El Carreño”