I
Sumar otro silencio ya no puedo
al cruel silencio que me oprime el alma,
deprime el corazón, roba mi calma,
sepulta la esperanza, mientras, quedo,
me desangro en el filo con el miedo
secándome la boca, y en la palma
de la mano una flor sin voz, sin alma,
con turbio aroma a vértigo. Procedo
pues a tratar de no hacer caso alguno
a tu grito callado, tu alarido
voraz como cuchillo. No está uno
ya para puñaladas, que ha perdido
más sangre de la cuenta. Uno a uno,
sin embargo, en sus pétalos, decido.
II
Deprimido -bien lo sabes-, oprimido
-o aplastado, que viene a ser lo mismo-,
moro hace mucho al borde del abismo.
¿Si, no, saltar, asirme? ¿Qué decido?
¡Jodida margarita!, siempre ha sido
ambigua en su lenguaje. Tú, lo mismo;
¿cómo puedes tener ahora el cinismo
de echarme nada en cara; yo, abatido,
por siglos de silencio; tú, inclemente,
metiendo el dedo al fondo de la llaga
sumando tu silencio prepotente
a mis ruegos sin eco? Hunde tu daga,
no obstante, cuanto quieras, turbia-mente;
la flor me ha dicho NO. Tú pierdes. Paga.
Sumar otro silencio ya no puedo
al cruel silencio que me oprime el alma,
deprime el corazón, roba mi calma,
sepulta la esperanza, mientras, quedo,
me desangro en el filo con el miedo
secándome la boca, y en la palma
de la mano una flor sin voz, sin alma,
con turbio aroma a vértigo. Procedo
pues a tratar de no hacer caso alguno
a tu grito callado, tu alarido
voraz como cuchillo. No está uno
ya para puñaladas, que ha perdido
más sangre de la cuenta. Uno a uno,
sin embargo, en sus pétalos, decido.
II
Deprimido -bien lo sabes-, oprimido
-o aplastado, que viene a ser lo mismo-,
moro hace mucho al borde del abismo.
¿Si, no, saltar, asirme? ¿Qué decido?
¡Jodida margarita!, siempre ha sido
ambigua en su lenguaje. Tú, lo mismo;
¿cómo puedes tener ahora el cinismo
de echarme nada en cara; yo, abatido,
por siglos de silencio; tú, inclemente,
metiendo el dedo al fondo de la llaga
sumando tu silencio prepotente
a mis ruegos sin eco? Hunde tu daga,
no obstante, cuanto quieras, turbia-mente;
la flor me ha dicho NO. Tú pierdes. Paga.
Cómo duelen los silencios...
ResponderEliminarTe abrazo, Poeta.
Recobrar la voz y gritar...
ResponderEliminares lo propio de los espíritus rebeldes
lo celebro
Besotes
Merce
Uf, qué bueno el bi-soneto, Rafa, de verdad.
ResponderEliminarBesazo.
De nuevo, chapó!!
ResponderEliminarSí que duelen los silencios. Excelente, súper. Qué más? Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarY sí, tu respuesta en mi blog es acertada, aunque no es la respuesta. Realmente no la conozco, pues no tengo ninguna...jajajajaja. Estoy de broma.
Te dejo un besote enorme.
Andri