CUANDO abrió la ventana –no sin cierta premura, pues ya había cantado en un par de ocasiones el gallo-, se dio de bruces con una tupida barrera de ristras de ajo. Bien –se dijo-, nunca es tarde para adoptar buenos hábitos alimentarios. Y, tras desayunar como antes nunca, se alejó hacía las sombras, satisfecho, guiándose del eco de sus gritos ultrasónicos.
...me ha gustado este hueco vacío, leí todo lo que mi presbicia ha permitido hacia arriba y hacia abajo y he vuelto a este espacio en blanco.
ResponderEliminarA modo de homenaje, a modo de deseo... nos quedan horas, corazón. Horas de descolgar un calendario y estrenar doce hojas de uno nuevo. Quiero, que estés ahí. Con las sombras a la rastra, en las ristras, chocando en las ventanas, con buen aliento, dejaremos al 2011 que se nutra de encuentros, de hombros blandos y blandos ojos para compartirnos un poco: el peso, las ganas y la osadía de ganarle al tiempo con un hálito de ternura.
te abrazo fuerte y te sonrío,
A.