Soñé con una noche sin aurora, creciendo lenitiva en mis adentros. Yo la amaba. La amaba y reclamaba con voz afrodisíaca, ansiando un coito opaco y asfixiante que diese a luz al hijo de las sombras.
-Sutúrame la herida de la ausencia –le dije con un rictus desangrado.
El cielo se pobló de auras celestes. Y me mordió los párpados, el sexo, las vísceras del alma. Qué infame sodomía fecundando, pariendo, sin orgasmo, una heredad bastarda, un fuego cegador de estrellas muertas. Del hondo firmamento inanimado, subió un sordo rumor de aplazamientos, colmándome la boca con su aliento, con su impudicia insólita, su estólida vigilia; ampliando, prorrogando la hemorragia.
-Sutúrame la herida de la ausencia –le dije con un rictus desangrado.
El cielo se pobló de auras celestes. Y me mordió los párpados, el sexo, las vísceras del alma. Qué infame sodomía fecundando, pariendo, sin orgasmo, una heredad bastarda, un fuego cegador de estrellas muertas. Del hondo firmamento inanimado, subió un sordo rumor de aplazamientos, colmándome la boca con su aliento, con su impudicia insólita, su estólida vigilia; ampliando, prorrogando la hemorragia.
Estoy fervientemente enamoramorada y hechizada de tu forma de contar las cosas.Enhorabuena.Sublime.Abrazo
ResponderEliminarDesde que me dejas entrar a tu casa... este es uno de los textos que mas me ha gustado y me ha conmovido profundamente!!!
ResponderEliminarHoy tu poesía ha llenado mi alma!!!
Besos a la tuya!!!
Suturame la herida de la ausencia...¿por qué no se me ocurren a mi esas frases?, jo.
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