"Tú me diste una tarde de luz mediterráneaTú me diste un ocaso sin océanos,
y yo te regalé mi timidez primera.
La dejé entre tus manos
-como quien deja al alba
su última moneda-.
La perdida niñez, la fugaz primavera..."
Marisa de la Peña
en medio de un erial vasto y desértico,
mientras yo te entregaba mis veneros.
Los dejé entre tus labios
-cual óbolo a Caronte-
como quien deja el alma,
la perdida esperanza, la fugaz existencia...
Gracias, Marisa.
ResponderEliminarGracias a ti...
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