sábado, 1 de mayo de 2010

El cangrejo y la hoguera


No sueñes con un nido hecho en mis brazos
Ni en verte en mi mirada alzando el vuelo,
Migrando hacia vergeles transoceánicos
De almácigos en flor y ardientes ceibos;
Yo vengo del muñón y la ceguera,
De una región sin aire, de un mar muerto.
Mi afán ya sólo es ser como el cangrejo,
En una cuenta atrás tortuosa y lenta,
Buscando un hueco oscuro bajo el fango,
Entrada franca al útero del tiempo.
Es cierto que una vez me vi gaviota
Risueña gobernando olas y espuma,
Corriente viva y cálida hacia el norte,
Donando a mi llegada, hogar y aliento.
Pero todo se fue contaminando;
Las olas asfixiándose de arsénico,
Ahogándose el celeste en la humareda,
El vuelo derritiéndose en sus sueños.
Y helado ya subsisto a duras penas,
Anclado a un laberinto en el subsuelo,
Lamiendo sal, tragándome las náuseas
De infausto haber perdido hasta el infierno.
No sueñes con un nido entre mis ramas;
Jamás renaceré mudado en ceibo.

5 comentarios:

  1. Jamás diré que leerte no estremece.

    Reverencia.

    Un abrazo grande.

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  2. es un poema extraordinario, guau...
    todo lo que pueda decir, sobra. Un abrazo, Silvia.

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  3. Nunca unas ramas son tan desechables
    Como para no poder dar cobijo
    A un ser en su deseo
    Déjale decidir a él.
    Es lo mínimo que debiéramos.
    Dejar decidir, no imponer.

    Un abrazo León

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  4. Dios mío...qué poema.

    Enhorabuena.

    Yo también beso el suelo, espero que pronto se encuentre bien.

    Gracias por pasar.

    Un beso...

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  5. Excelso, poeta, excelso!!!!
    Me conmuevo ante tus palabras.

    Gracias por eso.



    Abrazo va.


    M.

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