Despunta la mañana y, con premura,
Huyendo de la luz, buscas asilo
Sobre un lecho natal, mortaja oscura,
De tierra que aletargue tu apetito.
Qué acerbo despertar, cuánta amargura
Sentir que no es mortal, definitivo,
El hueco que dejó tu mordedura
Nocturna en mis ensueños sin cobijo.
Y ruego a los infiernos que, al ocaso,
Regreses toda sed, fiera, insaciable,
Libando mi postrer gota de sangre;
Y así poder, contigo a mi costado,
Huyendo de la luz, yacer por siempre,
Maldito, condenado, dulcemente.
Huyendo de la luz, buscas asilo
Sobre un lecho natal, mortaja oscura,
De tierra que aletargue tu apetito.
Qué acerbo despertar, cuánta amargura
Sentir que no es mortal, definitivo,
El hueco que dejó tu mordedura
Nocturna en mis ensueños sin cobijo.
Y ruego a los infiernos que, al ocaso,
Regreses toda sed, fiera, insaciable,
Libando mi postrer gota de sangre;
Y así poder, contigo a mi costado,
Huyendo de la luz, yacer por siempre,
Maldito, condenado, dulcemente.
Bravo...me encanta...los colmillos afilados sobre un cuello desnudo y vacilante es una imagen que me fascina.Un beso, poeta
ResponderEliminarDemasiado "In", perfecto.
ResponderEliminarAbrazos.
Ruin alimento
ResponderEliminarinsaciable
apetito
pecaminosa
gula.
Un abrazo incisivo León
Estéticamente nos subyugan.Pero que horror la inmortalidad...terminará siendo una soledad inmortal,estoy segura.
ResponderEliminarBesos