A veces no es la palabra esa arma dura y punzante capazde destruir una vida, es el desprecio de la perosna amada o querida...bellos versos llenos de una extraña sabiduria y ritmo...un abarzo.
Ay Rafa, Rafita… ¡Cómo duele la indiferencia del silencio cuando amas y cómo repugnan las palabras de aquel/lla que no amas! Depende del lado que estés, pero siempre habrá uno que sufra. (No soy mala al decir “repugnan”, pero una vez tuve un enamorado que hubiera pagado porque dejara de llamar, ayyy, su voz era una pesadilla) Estoy en una YPF de la ciudad de Pehuajó, con un paquete de oreos jiji, y acabo de pasar por el monumento de Manuelita la tortuga. (No te mandó recuerdos) Besos
si, es verdad, el peor desprecio es el silencio.
ResponderEliminarEs bellísimo, a la medida de una herida semejante.
ResponderEliminarGracias.
Un fuerte abrazo para ti.
A veces no es la palabra esa arma dura y punzante capazde destruir una vida, es el desprecio de la perosna amada o querida...bellos versos llenos de una extraña sabiduria y ritmo...un abarzo.
ResponderEliminarA veces el silencio es dañino y martirizante. Aunque a veces las palabras son también terribles...
ResponderEliminarAy Rafa, Rafita… ¡Cómo duele la indiferencia del silencio cuando amas y cómo repugnan las palabras de aquel/lla que no amas! Depende del lado que estés, pero siempre habrá uno que sufra.
ResponderEliminar(No soy mala al decir “repugnan”, pero una vez tuve un enamorado que hubiera pagado porque dejara de llamar, ayyy, su voz era una pesadilla)
Estoy en una YPF de la ciudad de Pehuajó, con un paquete de oreos jiji, y acabo de pasar por el monumento de Manuelita la tortuga. (No te mandó recuerdos)
Besos