CON LÉGAMO adherido, reseco, a sus muñones, el hombre suplicó misericordia.
-“Lo siento, pero hay cosas que no están en mi mano, bien lo sabes.” –sentenció la hechicera, henchida en lágrimas.
El hombre vomitó desesperanza.
Entonces, apiadada de sus náuseas, la hechicera elevó su conjuro al Averno, y al hombre le creció una garra indómita, en tanto un resplandor de luna, hiriendo el fango, hacía brillar, sangrientos, a su alcance, los filos de un cuchillo.
-“Lo siento, pero hay cosas que no están en mi mano, bien lo sabes.” –sentenció la hechicera, henchida en lágrimas.
El hombre vomitó desesperanza.
Entonces, apiadada de sus náuseas, la hechicera elevó su conjuro al Averno, y al hombre le creció una garra indómita, en tanto un resplandor de luna, hiriendo el fango, hacía brillar, sangrientos, a su alcance, los filos de un cuchillo.
Indisciplina: preciosa palabra. Me gusta casi tanto como la "desobediencia civil".
ResponderEliminarBesos