Sin pruebas
A veces se revela el desconsuelo
En forma de caminos oxidados,
De huellas que, sin aire, enmohecieron
Golpeadas por la herrumbre de un olvido
De lances sin verdad, lugar, ni tiempo.
Del tétrico panteón de la memoria,
Entonces, se alzan, lúgubres y serias,
Criaturas demoníacas y rumores
Sin ojos, manos, lengua,
Sin pulmones,
Esponja acumulando hiel, epílogo
Sin prólogo, capítulos ni verbo.
A veces
El olvido
Se constituye en lápida, en exequias,
En farallón sin norte.
No es el infierno un plato de buen gusto;
La penumbra, las manos
Tendidas hacia el orto, la zozobra
Del llanto que, inaudito y esquelético,
Se rompe en ensenadas sin arena:
Pleamar y bajamar, tras la redada,
Jugando a poli bueno y poli malo.
A veces, el olvido es nuestro gran aliado, el que nos devuelve el aliento y calor del sol.
ResponderEliminarUn besito
A veces...los sueños se cumplen :)
ResponderEliminarA veces el olvido, mi Reina, es nuestro mayor enemigo; vendaval invencible que nos desvanece.
ResponderEliminarLos míos no, Alma. Me alegra saber de ti de nuevo.
Abrazos.
Tus palabras enhebradas de forma magistral transmiten la herida abierta y sangrante. Expones la carne viva del dolor y el desconsuelo. ¡Y cómo afecta leerte! ¡Te abrazo fuerte!
ResponderEliminarOlvido (¿?), no hace parte de mi vocabulario, quizás por todo lo que tú escribiste.
ResponderEliminar¡Qué bueno leerte nuevamente! :)
Abrazos.