Después de una semana de migraña
Acudo a las urgencias, consternado,
Y, hermosa como Venus Calipigia,
Me advierte la doctora Carretero
Del riesgo coronario del tabaco.
“Pero hace varios años que no fumo”
–Le apunto paseando mirada,
Febril, por los pezones que, encendidos,
Deja entrever la seda de su bata.
“En ese caso –dice con firmeza-
Tendré que examinarlo más a fondo”,
E indica que me vaya desnudando,
En tanto, alzando el peplo, deja al aire
Sus nalgas y caderas bronceadas,
Justo antes de tumbarse en la camilla
Brindándome su hechizo más ignoto.
La sed toma mi boca, ineluctable,
Y lamo la humedad junto a su pubis
Que tiembla mientras ella, susurrando,
Suplica que no pare, que penetre
Mi lengua en sus adentros más, más rápido.
De súbito también busca sedienta
La espuma que se yergue en mis deseos
Y engendra entre los dos una tormenta
De espasmos, alaridos y jadeos.
Más tarde, cabalgando enloquecida
A lomos de mi anhelo desbocado,
Convulsa y delirante, me suplica
Que ocupe de pasión su retaguardia.
Mas vuelve pronto a armarse en mi galope
Y a un ritmo trepidante se me acopla
Queriendo eternizarme en sus entrañas;
Me clava uñas y dientes, me espolea,
Me ahoga de placer, pierde el aliento,
Y al fin, cuando al unísono estallamos,
Pletórica, una vez repuesto el aire,
Me ofrece compartir un cigarrillo.
“Pensaba que pasabas de ese vicio”
–Le digo acariciándole las corvas-;
“Lo cierto es que no fumo –me responde-
A no ser como postre de un buen polvo;
Así que cabalguemos ya de nuevo
Que quiero hacerle honor a mi apellido
Sirviendo de terapia a tu migraña”.
Acudo a las urgencias, consternado,
Y, hermosa como Venus Calipigia,
Me advierte la doctora Carretero
Del riesgo coronario del tabaco.
“Pero hace varios años que no fumo”
–Le apunto paseando mirada,
Febril, por los pezones que, encendidos,
Deja entrever la seda de su bata.
“En ese caso –dice con firmeza-
Tendré que examinarlo más a fondo”,
E indica que me vaya desnudando,
En tanto, alzando el peplo, deja al aire
Sus nalgas y caderas bronceadas,
Justo antes de tumbarse en la camilla
Brindándome su hechizo más ignoto.
La sed toma mi boca, ineluctable,
Y lamo la humedad junto a su pubis
Que tiembla mientras ella, susurrando,
Suplica que no pare, que penetre
Mi lengua en sus adentros más, más rápido.
De súbito también busca sedienta
La espuma que se yergue en mis deseos
Y engendra entre los dos una tormenta
De espasmos, alaridos y jadeos.
Más tarde, cabalgando enloquecida
A lomos de mi anhelo desbocado,
Convulsa y delirante, me suplica
Que ocupe de pasión su retaguardia.
Mas vuelve pronto a armarse en mi galope
Y a un ritmo trepidante se me acopla
Queriendo eternizarme en sus entrañas;
Me clava uñas y dientes, me espolea,
Me ahoga de placer, pierde el aliento,
Y al fin, cuando al unísono estallamos,
Pletórica, una vez repuesto el aire,
Me ofrece compartir un cigarrillo.
“Pensaba que pasabas de ese vicio”
–Le digo acariciándole las corvas-;
“Lo cierto es que no fumo –me responde-
A no ser como postre de un buen polvo;
Así que cabalguemos ya de nuevo
Que quiero hacerle honor a mi apellido
Sirviendo de terapia a tu migraña”.
A ver... ufff!! Rey Midas, todo lo que tocas lo conviertes en oro; desconocía por completo tu faceta erótica y, como siempre, me ha encantado.
ResponderEliminarSe fumó el postre? Como polvo, no está nada mal, jajajaja!
Se te pasó el dolor de cabeza, eso seguro.
Besos, poeta
uauuuuuuuuuuuuuuu que buena y que sonrisa!!!!
ResponderEliminarjejejej...no hay que ser muy Adievidente para intuir que a su debido tiempo aparecen las facetas.
Oh yeah me encanta
besos
Muy bueno jejeje :)
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEstooo, y ¿vas mucho a ver a la médica... esa, la de la migraña!
ResponderEliminarEso es hacer un "buen" examen y lo demás... pamplinas, agua de borrajas, cosa sin sustancia, ¡vamos!
Un abrazo "normal". PAQUITA
Excelente terapia jajaja... "Migraña Glamurosa". Me fascina que no pierdes tu elegancia :).
ResponderEliminarAbrazos Poeta.