lunes, 23 de febrero de 2009
Febrero
El cálido horizonte se diluye,
Gastado por un mar vociferante,
Y abate un viento gris la luz celeste
Borrando por los muelles con su aullido
Voraz de las pupilas la esperanza.
Los barcos que quedaron en el puerto
Repliegan frente al miedo su velamen,
Y heladas y sin brillo las arenas
Se amparan como espectros en las dunas
Ungidas de juncales doblegados.
A mares se desploma el firmamento,
En tanto las gaviotas, presurosas,
Se baten en alada retirada,
Y gime entre las olas colosales
El alma sin retorno de un marino
Perdido para siempre en la nostalgia;
De lágrimas rebosa un tatuaje:
Los huérfanos del mar lactan ausencia.
La espuma, antaño suave como lazo,
Se muda en guillotinas aceradas
Que escinden con su sal la exangüe amarra
Que, gélida, se oxida en un ocaso
De sierpes de oro atroz petrificando.
Deslavazado, a pie de playa, escucho
Los gritos apagados de un naufragio
Que apenas ya divisa en la tormenta,
El lánguido y falaz candil del faro.
Triste, pero hermoso, como siempre.
ResponderEliminarUn beso.
Eres de los pocos que puede dejarme sin palabras y con los dedos anudados. Gracias Poeta, no es fácil dejarme así.
ResponderEliminarUn abrazo.
:*
ResponderEliminarTomo prestada la luz lánguida y falaz del último verso para no perderme del todo en mi mar de bolsillo.
ResponderEliminarBesos