Debajo de la herrumbre que, salobre,
Atasca los relojes con su manto,
Acechan expectantes las cenizas
Del tiempo que no fue bien apagado.
Todo está en calma, parecieran muertas.
Mas sopla con la noche un viento insomne
Que aviva los rescoldos de los sueños,
Y emerge un fuego herido a campanadas
Del fondo gris y helado del silencio.
Y el aura de las huellas devastadas,
Como alma en pena ungida de destiempo,
Crepita, con las doce, condenada
Al ser de nuevo piel de ansias ardiendo.
Atasca los relojes con su manto,
Acechan expectantes las cenizas
Del tiempo que no fue bien apagado.
Todo está en calma, parecieran muertas.
Mas sopla con la noche un viento insomne
Que aviva los rescoldos de los sueños,
Y emerge un fuego herido a campanadas
Del fondo gris y helado del silencio.
Y el aura de las huellas devastadas,
Como alma en pena ungida de destiempo,
Crepita, con las doce, condenada
Al ser de nuevo piel de ansias ardiendo.
Los sueños no terminan de apagarse, pues te apagas con ellos; de pronto un susurro aviva la capacidad de soñar; aún no hay sueño, pero podemos inventar alguno.
ResponderEliminarBsss
Increíble.... me encanta. Me parece una d elas más bonitas que he leído, compañero. Si algo sigue ardiendo es porque nosotros mismos no le quitamos las cerillas para encenderlo... Ví el libros los hilos de Ariadna en el aeropuerto. Un besito
ResponderEliminarPUes por poco que sea, dale estopa.
ResponderEliminarBesos
Te mando lluvia para que cuando salga el sol brille su arcoiris
ResponderEliminarUn beso
Nada está muerto nunca, nada, mientras uno permanece con vida. Si acaso, hay cosas que quedan en rescoldos solo aparentemente apagados, pero siempre listos para avivar la llama en cuanto sople un poco de viento favorable.
ResponderEliminarEso es así, a veces por suerte, a veces por desgracia.
besos.