Los que lo vieron –las palmas de las manos unidas delante del pecho, la tez lívida, los ojos desencajados y abundante sudor recorriendo sus mejillas- pensaron que estaba a punto de alcanzar el éxtasis. Pero en realidad era miedo. Aquel pavoroso insecto que había tratado de eliminar de una palmada en el aire, ahora se retorcía entre sus manos queriendo escapar para cobrarse venganza.
A veces, las apariencias engañan....
ResponderEliminar¿Cuál sería en realidad la historia de cada uno de los santos, cuyos rostros nos llegan en estampitas , como si nunca hubieran sido humanos...?
Te debo una caja de colores...ya veremos cómo, cuándo y dónde te la envío.
Besos!!
Rafa
ResponderEliminarMe gustó tanto el texto cuando lo leí, que no puedo más que felicitarte. Lo siento dramático, profundo y hasta jocosamente irónico... ¡Y estas cosas me pueden!
Creo que cuando cuelgue una imagen esperaré a que comentes jajaja.
No te pedí permiso para usarlo, pero sé que tú eres buenito.
Besosss
Jajajajajajajajajajajajajajajaja
ResponderEliminar:)
Feliz Año!
Besos.