El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos. Hoy, en la celebración de su 60 aniversario, artistas, futbolistas, curas, políticos y toreros, entre otros muchos, declamarán en público, con la voz firme y el alma hueca, uno a uno sus artículos y abogarán a favor de la solidaridad, la paz y el fin de las guerras y del hambre. Pero ninguno de ellos, en el caso de conocerlo, tendría los arrestos suficientes para leer un poema crítico, humano y solidario.
Como éste…
Un poema es un testamento
Un poema es un testamento sin compromisos con nadie y donde no hay disputas ni con el canónigo ni con el regidor. Donde no hay política. A la hora de la muerte, no hay política. Ni polémica tampoco. Polémica, ¿contra quién? Como no sea contra Dios... Porque delante del poeta no están más que el misterio, la Tragedia y Dios. Detrás quedan los obispos y los comisarios. Y para tener polémica con ellos tendrían que dar un paso hacia adelante y tirar la mitra y los galones. El poeta va descubierto y sin adjetivos. Es el hombre desnudo que habla y pregunta en la montaña, sin que le espere ya nadie en la ciudad. Habla siempre dentro del círculo de la muerte y lo que dice, lo dice como si fuese la última palabra que tuviera que pronunciar. La muerte está tumbada a sus pies cuando escribe, esperando a que concluya. Y cuando ya no tenga nada que decir, nada que confesar, la muerte se pondrá de pie y le dirá, cogiéndole del brazo: ¡Vámonos!
Sus últimas palabras serán éstas:
Me voy.
Os dejo mi silla
y me voy.
No hay bastantes zapatos para todos
y me voy a los surcos.
Me encontraréis mañana
en la avena
y en la rumia del buey
dando vuelta a la ronda.
Seguidme la pista, detectives,
dadme la pista como Hamlet al César.
Anotad:
El poeta murió.
El poeta fue enterrado,
el poeta se transformó en estiércol,
el estiércol abonó la avena,
la avena se la comió el buey,
el buey fue sacrificado,
con su piel labraron el cuero,
del cuero salieron los zapatos...
Y con estos zapatos en que se ha convertido el poeta
¿hasta cuándo -yo pregunto, detectives-
hasta cuándo seguirá negociando
el traficante de calzado?
¿Por qué no hay ya zapatos para todos?
Este poema es una vieja canción de amor que han matado los hombres y que el poeta quiere recrearla con su vida. Nunca se recrea nada con menos. Es un grito cristiano que los obispos han clavado en la moda inacabable de la liturgia eclesiástica para que la asesine la rutina. Y el líder político que la lleva en su programa también, la ha lanzado al viento como una amenaza para que la estrangule el rencor. Ahora está muerta y no tiene eficacia ni en el norte ni en el sur. Las tribunas proletarias y los púlpitos no son más que guillotinas del amor. Del amor que el poeta salva día tras día de la rueda mecánica de las oratorias y de la bocina de las propagandas. El poeta va recreando con su angustia viva, las esencias vírgenes que matan sin cesar el político y el eclesiástico esos hombres que piensan que ganan todas las batallas y dejan siempre seco y muerto el problema primario de la justicia del hombre.
Cuando todas las demagogias han manchado de baba las grandes verdades del mundo y nadie se atreve ya a tocarlas, el poeta tiene que limpiarlas con su sangre para seguir diciendo: aquí todavía la verdad.
¿Por qué no hay ya zapatos para todos?
Las biblias las hacen y las renuevan los poetas; los obispos las deshacen y las secan; y los políticos las desprecian porque piensan que la parábola no es una herramienta dialéctica.
León Felipe (De “Español del éxodo y del llanto” -fragmento-).
Cierto y verdad.
ResponderEliminarBuenísimo, sobran las palabras.
Hola Rafa; si tenemos un "día de" para cada desgracia, para cada lacra, para que "ellos" salgan en la tele (creo, pues hace mucho que no veo esa basura), pero solucionar...NADA, juzgar TODO. Y no sigo, que me caliento y me cabreo.
ResponderEliminarUn besito
Siempre se debe seguir diciendo la verdad....quierdo Rafa, como siempre un placer leerte. Besos.
ResponderEliminarel poeta siempre ha de buscar la luz en las más oscuras tinieblas... aunque a veces la invente.
ResponderEliminarun beso.
sencillamente impresionante...un abrazo.
ResponderEliminarEste místioo anticlerical, rebelde y luchador con la palabra contra la opresión y la injusticia tenía más razón que un santo.
ResponderEliminarUJn besote, tio grande