Comerte a besos, sí,
Comerte a besos.
Cocinarte ni cruda
Ni muy hecha;
Con algo de aceite,
Una pizca de sal,
Y unos leves toques
De buen vinagre.
Aderezarte con hondos suspiros
Y beber, sorbo a sorbo, de tu cuerpo, con ansias,
Tus espasmos, gemidos, tus jadeos;
Amasar con las yemas de mis dedos,
Apacible y con calma, tu intensa geografía,
Transgrediendo tus límites sin afán de conquista,
No siendo más que tu humilde vasallo.
Como hambrienta alimaña, devorarte hasta el tuétano
Y vestido de noche, como un sueño,
Meterme en tus adentros
Para, ardiendo, incendiarlo todo, para
Ser ácido en tus venas,
El Levante en tus nervios;
Morder y remorder los poros de tu piel
Del modo en que muerde la marabunta,
Invencible,
Sin freno ni conciencia.
Derramarme en tu agreste territorio
En el instante eterno del éxtasis efímero,
Esa densa penumbra que se rompe,
Abriéndose en crepúsculos.
Comerte a besos, sí;
Ni cruda ni muy hecha devorarte y, después,
Servirte de alimento.
Rafa... me dejo. Vuelta y vuelta.
ResponderEliminarIntenso, rompedor.
Besos al punto
Uf! Qué rico, se me hizo la boca agua... ésto sabe a delicia.
ResponderEliminarMe encantó este giro o respiro poético.
Un beso, grandote.
majestuoso final!!!
ResponderEliminarsabroso menú, un abrazo.
Una voracidad "in crescendo", un final redondo, y un erotismo rítmico perfecto.
ResponderEliminarUn poema hermosísimo, Éxodo.
Un beso.
Soledad.
Interesante canibalismo sexual, que todos los menús fueran igual que este.
ResponderEliminarjajajaaja, así me gusta, que te des de vez en cuando una alegría.
ResponderEliminarMuchos latidos.
Ely