Toda la vida estaba
en tus pálidos labios…
Toda la noche estaba
en mi trémulo vaso
Y yo cerca de ti,
con el vino en la mano,
ni bebí ni besé…
Eso pude: Eso valgo.
Dulce María Loynaz.
I
Llovizna negra
y un cielo de algodones.
Yo entre la bruma.
II
Muere la lluvia.
Se amarga en los cristales
de tu ventana.
III
Carbón mojado,
se consume en la nieve;
azul sin rojo.
IV
Sólo el aroma
de la rosa pretendo;
espinas vuelan.
V
Lluvia marchita.
De primavera a otoño,
de sueño en sueño.
VI
Un viento tóxico
Me recorre en la noche.
Los cauces, muertos.
VII
Se ha marchitado
la flor de los almendros;
arde en la nieve.
VIII
Nido vedado.
Se estrella en el alero
la golondrina.
IX
En la tormenta
se ha perdido la luna;
noche de otoño.
X
Llora la sombra
de una encina sin luna;
raíces secas.
XI
Fugaz relámpago,
no alcanzo a ver el barro,
pasos quebrados.
XII
La madreselva
trepa por las paredes.
Cual tu recuerdo.
XIII
Los crisantemos
brotando en mi jardín;
sueño de otoño.
XIV
Se ensancha el día.
Y siguen sin llegar
las mariposas.
XV
Como libélula
me detuve en la hierba;
seco el rocío.
Abril de 2006
Si es cierto que se te echa de menos… tus letras son un bálsamo, pues aunque tú las sientas descompuestas, dan calor y aroma a la soledad que contigo se siente compartida.
ResponderEliminarEspero que pronto vuelvas a sentirte con ganas de volver a acompañarnos con tu ternura y tus letras.
Mil besos Rafa.
¡Sí!
ResponderEliminarA mí también me encanta Dulce María Loinaz