sábado, 10 de noviembre de 2007

Siempre que estalla un llanto



Rasgando la noche despertóme un llanto,

Un llanto profundo, sumiso, cansado;

Sonaba a desierto, a mar desolado,

A heridas, a muertos, a angustia y espanto.


Era musical, pero, más que canto,

Era un hondo abismo, un trozo arrancado

Del grave silencio, lo mismo que un fado

Cuando la saudade deja de ser manto


Protegiendo el alma y ya sólo queda

La desesperanza, y el guante de seda

De las utopías se mudó en ceniza.


¿Quién será que así se agosta sufriendo?

-Me inquirí abrumado-. Tristes, respondiendo,

gimieron mis ojos con voz de albariza.

4 comentarios:

  1. Maravilloso homenaje al gran cante portugues, el fado.
    Genial como siempre.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Los llantos más desgarrados son los que salen por la noche desde el alma. Cuando crees que nadie te escucha. Cuando crees que nadie te ve.

    Un beso, Rafa.

    ResponderEliminar
  3. ¿Y qué decir del fado? ya lo ves, no se baila, el vértigo ahí sería brutal, por eso se escucha inmóvil, bien echadito, tumbadito, si es que...¿quién puede estar de pie y mantener el tipo con un lamento así?

    ResponderEliminar
  4. El llanto cuando es profundo y sumiso es desgarrador, sí , suena desolado, como los fados, un abrazo

    ResponderEliminar