Le dijo que no dejase nunca de pedirle cualquier cosa que ella pudiera procurarle. Él le pidió que tratase de acompasar por un instante el cálido galope de su corazón al ritmo de sus latidos. Y, aunque tal cosa no formaba parte de lo que consideraba posible, ella lo intentó con todas sus fuerzas. Y al lograrlo, lloró amargamente. Lloraron. Lloraron tanta muerte. Y las lágrimas airearon los sepulcros, desterrando al fúnebre cortejo, más allá de los confines del fuego.
Yo me quedaría con "cálido galope de su corazón al ritmo de sus látidos", y "confines del fuego". Hay poesía en estas palabras.
ResponderEliminarHe estado releyendo mi libro Contramarea. Como sabes es de 1.978. Curiosamente, resiste bién el paso del tiempo. Te lo dejo un día de estos.
Antonio de Padua publica este miércoles un artículo sobre la película en "El Mundo Huelva Noticias".
Hemos leído en casa el artículo sobre Monseñor Romero y los nombres, Oscar, Oscar Arnulfo.
¡Qué callado te lo tenías!
Porque en ocasiones las lágrimas son un bálsamo que cura corazones y almas.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy bueno, terrible y poetico, al tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Èl pedìa y ella daba, conozco una historia en la que todo acabo en el sepulcro como una profecìa.
ResponderEliminarFelicitaciones por tus escritos, son realmente maravillosos.
Un abrazo, Rafa
Hola primo.
ResponderEliminarBueno, microrrelato poético.
Lo que no me queda tan claro es el final.
La primera lectura me recordó a unos Romeos y Julietas.
La segunda me trajo otras visiones funestas.
Y a la tercera, me pregunté si el final no es "happy end" POÉtico...
No sé, hoy estoy torpe y quisquilloso con una jaqueca gorda...
A ver si me puedes alumbrar un poquito.
Abrazo en los confines.
Paco, es que como vosotros ya conocíais la historia, tampoco tenía sentido contárosla. La película será todo un éxito, ya te dije que tenías un excelente oído (a pesar de la sordera). Un abrazo. Y besos para Pili y Oscar.
ResponderEliminarTrini, sí que lo son.
Prometeo, es terrible, poético, pero también esperanzador. Es el producto de la compasión positiva de la que nos habla Kundera en la insoportable levedad del ser. El poder de la empatía.
Gracias, Uma. Tú estás muy viva y espero que lo sigas estando cada vez más.
Primo, sí que es un poco POE, pero el final es pura esperanza, lágrimas lavando el dolor y preparando el terreno para pintar sonrisas.
Besos y abrazos para todos.