Erase una vez un príncipe que, de tanto buscar sin fortuna a su princesa por territorios imaginarios, de tanto tragarse sus besos como cristales, terminó por transformarse en sapo.
Es lo que nos evitamos los republicanos, que podemos seguir dando besos al aire sin temor a convertirnos en sapos. Eso es cosa de príncipes... Un abrazo.
¿Y encontró a su ranita?, me has dado una idea (me has recuperado la idea) de reconstruir inteligentemente (inteligencia contemporánea, no quiero ofender a nadie) los cuentos clásicos para desdibujar su clasismo y sexismo. ¡ Cuanta madrasta odiará esos cuentos !....
hay ranas?
ResponderEliminarbesos
Ni príncipes ni ranas, sólo personas.
ResponderEliminarUn beso!
cristalizapo
ResponderEliminarComo dijo el poeta, creo que Pessoa:
ResponderEliminar"Y lo demás que venga, si viniere, o tenga que venir, ... o no venga"
Es el reflejo de tantos en el cristal de su alcoba esperando, siempre esperando, el beso salvador.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Es lo que nos evitamos los republicanos, que podemos seguir dando besos al aire sin temor a convertirnos en sapos. Eso es cosa de príncipes...
ResponderEliminarUn abrazo.
con cariño para Kaiman:
ResponderEliminarPero también hay "cocodrilos" que escriben como las hadas.
Pobre príncipe, desgarradito ahora todito por dentro... ¿cómo se las va a arreglar para al menos croar?
ResponderEliminarcroack-croak-croack...¿o es REBUZNAR?, ¿Qué era lo que hacían los príncipes que ahora no me acuerdo?
Besillos, muchos
¿Y encontró a su ranita?, me has dado una idea (me has recuperado la idea) de reconstruir inteligentemente (inteligencia contemporánea, no quiero ofender a nadie) los cuentos clásicos para desdibujar su clasismo y sexismo. ¡ Cuanta madrasta odiará esos cuentos !....
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