Buscando un asidero contra el vértigo
Como pez me zambullí en mis adentros;
Y al llegar hasta el centro del vacío
Me encontré con los ojos del espanto.
Unos ojos, como fauces sin alma, que me miran
Fijos,
Ciegos,
Voraces,
Fundidos a lo inmóvil y al silencio,
Seguros
De, al fin, lograr su victoria.
Buscando un asidero contra el vértigo
Me atraparon los ojos del espanto,
Y ya, con su mirada por el cuello,
No alcanzo a vislumbrar efugio alguno.
Rafa, ahí en esos adentros en donde ralmente uno se enucentra con su ser, el tuyo aún debe vaciarse para volverse a llenar de vida.
ResponderEliminarUn abrazo
Sandra