A Milena, por regalárseme como Musa.
Del susurro en el silencio
Que en mi memoria la nombra,
Crece el estruendo de un eco,
Como guadañas de sombra,
Un palpitar de lamentos,
Una maléfica escora,
Torrenteras de veneno
Emponzoñando las horas.
¿Cómo resuena, silente,
La remembranza en la mente?
¿Cómo los ecos sin lengua?
Como alaridos / feroces;
Así resuena su nombre
Cuando la evoco en la ausencia.
Rafa... creeme que de lo que me canse es de dar la cara, yo jamas soy de escondereme, pero sucede que siempre salgo lastimada, y esta vez me canse, me canse de todo, de estas anginas... No es que no quiera salir a luz si no me canse de poner lacara y que me la sigan pegando... Besotes
ResponderEliminarTe has lucido, Rafa. ¡Que vibrante, sonoro, luminoso!.
ResponderEliminarUn abrazo.
El eco de una ausencia puede realmente llegar a ser doloroso, para quedarse mudo realmente, abrazos
ResponderEliminarGuau, Rafa,..
ResponderEliminar"como alaridos/feroces",
no, si ya me notaba yo algo rara últimamente. Cuando iba a decir ay me salía "guau", "ggrrrguau" y la lengua, la lengua rojita también,pero como más crecidita, ummm hasta podía rechupetearme la naricilla cosa que no recuerdo yo haber hecho nunca..seguro,je je.
Gracias, niño mío, por tu cariño, por este verso dedicado, por todos los demás, por tu amistad.
Y...Rafa, yo no, yo sólo soy un perrillo, pero las Musas "INSPIRAN" a los poetas porque las muy "pendejas" necesitan de sus versos para RESPIRAR, que no saben ná las ninfas olímpicas esas...
Un abrazo--azo--azo--azo--azo
Usagi, estoy seguro y espero que, siendo como dices valiente, todo pasará.
ResponderEliminarGracias, prometeo.
Sí, leuma, sí, así puede ser. Y más, efectivamente, cuando al dolor de ese eco se acaba sumando la asfixia de las mordazas.
Gracias a tí, milena, eres un sol, aunque yo no sea Kafka.
Abrazos