Vegetal petrificado
Perdido lo tengo
Todo, amor;
Las estelas a tu cielo,
La singladura a otros puertos,
Y del verbo el vuelo blanco.
Ya solo soy mármol frío,
Al cieno, mi amor, atado,
Que, entre las malvas sumido,
Ha por mortaja un quejido
Quedo, silente y cansado.
Ven del celeste dormido,
Sin demora ven, mi amor,
Para inventarme un milagro.
Cuando todo muere dentro nuestro, solamente nos queda aguardar un milagro.
ResponderEliminarUn beso
Lo de Lázaro no fue milagro sino catalepsia. Pasa lo mismo con ciertos sentimientos: adormecen latentes, como el magma tembloroso que asoma al cráter, con disimulo, pero lleno de brasas.
ResponderEliminarMacedonia de frutas con chorrito de Cointreau y moscatel de Chiclana.
Sí, dashina, aunque los milagros no vienen solos. Hay que buscarlos. Lo que pasa es que, a veces, perdemos la brújula.
ResponderEliminarKai, estoy convencido de ello. Pero, cuando sucede ese despertar, si es que lo hace, bueno es darle una oportunidad a la creencia en ciertos milagros.
Abrazos.