domingo, 26 de agosto de 2007

Sala de espera

El reloj

---------- tuvo un infarto.


Llegaron los servicios de emergencias

Con tiempo de hallarlo con vida

-o, al menos, respiraba-.

Y aullaron las sirenas arañando el asfalto

Por las venas desiertas de la nausea escondida

Como flor migratoria

Como cortejo

------------------- fúnebre.


Ahora está

--------------- en el quirófano:


Lo abrieron de tic en tac,

Y mana tiempo perdido

De sus arterias vacías.


El pronóstico es muy grave:


Andan buscando un donante

Y me dicen que no saben

Si lo encontrarán a tiempo

Para alcanzar a salvarlo.


Vivo en la sala de espera

Mientras se me muere en blanco.

6 comentarios:

  1. Impresionante. Ese subrrealismo con que has vestido el poema deja en el ánimo una sensación, yo diría, como de abandono cotidiano, de desaucio crónico, abnegado, consentido y eterno.
    Te admiro tío.

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  2. Es angustiosa esa espera, ojalá ese donante aparezca y ese en blanco no muera, abrazo

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  3. Leuma, ojalá. Decía Juan de Mairena (alter ego de Don Antonio Machado): "...allí (en el infierno) se renuncia a la esperanza, en el sentido teológico, pero no al tiempo y a la espera de una infinita serie de desdichas. Es el infierno la espeluznante mansión del tiempo, en cuyo círculo más hondo está Satanás dando cuerda a un reloj gigantesco con su propia mano." Un beso.

    Querido Manolo, muchas gracias, pero déjate de admiraciones que, habitualmente, entre el admirador y el admirado (en un pedestal por ser tal) no suele prosperar la amistad. Prefiero que tengamos los dos los pies en la tierra y en la mano un buen cervezón. Abrazos.

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  4. Hablando de cervecitas. A ver si vamos ya organizando una peregrinación al Lizarrán, COHONE, que se nos acaba el verano con el gaznate seco.

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  5. Pues yo como kaiman...
    Para mí eres genial.

    Un beso.

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  6. Es interesante personalizar al tiempo, llamándolo Don Reloj, y aún más ponerlo en la UVI. Pero el tiempo no es más que un pensamiento humano, un debate entre la eternidad y lo efímero, entre creyentes y no creyentes, presente desde que Adan y Eva comieron de la serpiente. Castilla 96

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