sábado, 18 de agosto de 2007

Para siempre (breve relato rosa)

Cuidó concienzudamente hasta el último y más pequeño de los detalles para tratar de lograr el más exquisito ambiente romántico: el momento, la luz, el lugar, la música, las flores… Y, como guinda del pastel, una idea tan sorprendente que, por su notable originalidad y profundo simbolismo, se le antojó que no podía más que ser inapelable y definitiva: ocultó la alianza de compromiso en el interior de un apetitoso bocadillo de jamón de Jabugo. Pero ella, una de cuyas mayores pasiones eran las patas bien curadas de cerdo, se adelantó al instante previsto y se destrozó dos incisivos. Desde ese mismo día se hicieron inseparables. Él nunca dejó de ser un excelente dentista.

4 comentarios:

  1. Qué fino er nota, menos mal que era dentista, que si llega a ser marmolista a saber lo que le hubiera metido al bocata. Hay amores que matan, si, pero antes te dejan los piños hechos un asco.
    Qué gachón más bruto.
    Puré de patatas, para no masticar mucho, y agüita fresca.

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  2. A mí me pasó pero con un roscón de reyes, je je y encima no mordí la figurita sino el haba esa según lo cual me tocaba pagar el roscón, yo es que gafe soy un rato, todos se reían y yo muy molesta, manteniendo compostura, tuve que ir al dentista po zí, pero no me encontré a un tipo tan caballeroso como el del relato.

    Coco, que risa con tu comentario, "ende luego", sí, hay amores que no sé si matan pero éste desdenta que no veas

    Muchos besillos

    Milena

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  3. Minicuento con sorpresa tb, encantador, un beso

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  4. Bueno, Kai, mu'fino, es cierto, como que no era el nota. Pero, recuerda, que lo que más le gustaba a ella era un buen pata negra. "Dígaselo con flores, pata negra y diamantes", pensó, que un diamante es para siempre pero no alimenta. Además, él, como el "Banderas", pero sin cobrar, quería promocionar los productos de la Tierra y no el sempiterno y tan manido románticamente champán francés. Hubo uno que metió el anillo en la copita de espumoso y su futura por poco se le ahoga, jajajajaja.

    Gazapillo, a mí, una de las veces que me tocó la figurita del roscón, un tanto piripi, la tuve metida en la boca por lo menos una hora y diciendo muy serio continuamente a la concurrencia -aunque era una seriedad que denotaba un pitorreo constante- que quién era el tacaño que se la había tragado pa' no pagar el del año siguiente.

    Gracias, leuma.

    Besos

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