Cuando aún palpitaban calientes
Los latidos calcinados del bosque
Que ardiera devorado por el fuego y la indolencia
El pasado siete de julio en Mazagón,
Toda una caterva de curiosos
Se había pasado ya por el lugar
Tratando de aspirar in situ los aromas
De la muerte,
Del incendio y la ceniza,
De la carne calcinada de conejo
Junto al alma desollada de unos pinos
Que, como aliento postrero,
Crepitaban el dolor de primaveras
Para siempre ya perdidas.
Son los modernos turistas
De la ruina y la catástrofe,
Carne fresca de carbón
Para agencias de viaje
Y touroperadores.
(Mazagón, siete de julio:
Sobre estas grises cenizas
Brotara como cizaña,
Un coqueto cementerio de diseño,
Ladrillo, asfalto y cemento,
Donde irán a sepultarse en vida
Los llamados segundos residentes
Que se empeñan las instancias oficiales
En disfrazar de turistas.)
Mazagón forma parte de mi vida y ha sido triste lo del incendio, a parte de mi familia los evacuaron pero afortunadamente no les pasó nada salvo el susto, pero otros no corrieron la misma suerte. Sí, nuevos yacimientos, tristes yacimientos. Un beso
ResponderEliminarte felicito por tus versos que escribes, logras hasta de las cenizas hacer versos
ResponderEliminarescribes lindo y te felicito
te dejo un gracias totales por tus saludos llenos de apoyo
un abrazo grande y que mañana sea un gran dia, besitos
besos y sueños
Me ha llegado muy adentro tu crítica y tu poema,Rafa.Y no sé porqué me ha recordado algo que salía hace años en forma de humor satírico cuando en estos casos se decía:Cuando el monte se quema,algo suyo se quema señor conde.Un beso,Rafa.
ResponderEliminarRafa, sabes que tengo una relación personal con este suceso y que, además, me "obligó" a relatarlo, a contarlo...
ResponderEliminarAcertadas y sabias palabras las tuyas.
SALUDOS