Ficticios quehaceres y alguna innecesaria
Responsabilidad para matar el tiempo.
Para qué soslayar
Que te sientes también solitaria y perdida
Cuando juntos tú y yo pudimos evitarlo?
Quizá sea tarde, y tú no puedas ya escuchar
Del alma mis lamentos; o que yo en mi demencia
Engañado imagine que un mañana es posible
Donde estar a tu lado.
O que en mi honda tristeza, para asirme a la vida
Me resista a aceptar que jamás existimos.
Mas lo cierto es que tú te esfumaste en el viento
Y dejaste sin aire el vigor de mis alas.
Pero cómo asumir, cuando ya nada existe
Que murió la esperanza?
(No le cuentes a nadie que olvidaste las noches
Que tan sólo en la fe de mis sueños vivieron).
Los dos versos finales sinvitan al robo.
ResponderEliminarUn abrazo Rafa, estoy de vuelta.
Me alegra ver de nuevo esos ojos como tela de araña por aquí. Aunque no te comente mucho, te leo.
ResponderEliminarBesos.
Tomar versos prestados nunca es un delito, más bien una alabanza digna de agradecer.